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Celso Pastor, el Embajador de la cultura


Junto a la excelente trayectoria profesional y política del doctor Celso Pastor de la Torre (Lima, 1914-2009) se encuentra su trabajo como diplomático, que le sirvió para mostrar en diversos países la exquisita colección pictórica que formó durante su carrera.

Graduado como abogado en la Pontificia Universidad Católica, se dejó tentar por la política por medio del arquitecto Fernando Belaunde Terry, con quien fundó el partido Acción Popular, del cual fue el primer secretario general.


Representó al país en Estados Unidos durante los dos gobiernos de Belaunde, y también al Perú ante el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo.



Arte virreinal


“Diplomacia cultural” denominó Celso Pastor a la labor de mostrar en diversos espacios y países su colección de pintura, una de las más completas y selectas del medio.


En homenaje a este diplomático del arte, el Icpna de Miraflores ha montado la muestra Pintura virreinal en los Andes. En ella se reúnen pinturas que datan de los siglos XVII y XVIII, en su mayoría pertenecientes a la llamada Escuela Cusqueña.


La curaduría estuvo a cargo del historiador del arte Luis Eduardo Wuffarden, para quien la colección “constituye un acervo de primera importancia para el conocimiento de la pintura virreinal andina”.


El especialista manifestó al Diario Oficial El Peruano que lo probable era que “Celso Pastor debió iniciar su colección por la década de 1950, adquiriéndola de familias cusqueñas y anticuarios”.


Estas obras se han expuesto en repetidas ocasiones en locales de España y Estados Unidos, así como también de Lima.


La Escuela Cusqueña es una de las más importantes de la América colonial hispana y tuvo sus inicios cuando en 1538 llegó a la antigua capital incaica el artista italiano Bernardo Bitti, quien introdujo el manierismo. Uno de sus discípulos fue el artista indígena Diego Cusihuamán.


Su edad de oro, que se extendió hasta el Virreinato de Río de la Plata, la Intendencia de Chile y el Alto Perú, se produjo gracias al mecenazgo de Manuel de Mollinedo y Angulo, quien después del terremoto de 1650 impulsó la reconstrucción del Cusco, apoyando el trabajo artístico de Diego Quispe Tito, Basilio Santa Cruz Pumacallao y Marco Zapata, entre otros, quienes embellecieron iglesias, conventos e impulsaron este movimiento cultural.


Escuela Cusqueña

El curador Wuffarden ilustra sobre las características de la pintura de la llamada Escuela Cusqueña, muchas veces considerada anónima, “pero salida de los talleres de los grandes maestros”.


En la muestra prevalecen los óleos, que no fue la única técnica empleada en esa corriente, pues “también se utilizó la mixta de temple y oro”. “El sobredorado, que se consideraba arcaico en Europa, al llegar al Perú adquiere relevancia porque de un modo u otro se le relacionó con la riqueza minera”.


Completan la exposición dedicada a la colección del diplomático Celso Pastor una coronación de la Virgen perteneciente a la Escuela de Quito –otro de los grandes centros de producción artística, pero que no tenía las dimensiones alcanzadas en la Ciudad Imperial– y dos composiciones alegóricas de San Miguel Arcángel y un San Agustín y la Virgen de la Merced del Alto Perú.


Varias de estas piezas acompañaron en su carrera diplomática al coleccionista peruano.

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